
Estas dos personalidades tienen muchísimos rasgos en común a pesar de su epidérmica diferencia de estilos. Federico Jiménez Losantos representa el lado más chabacano del panorama radiofónico español actual. Su verborrea agresiva y contundente es digna heredera del mismísimo William Randolph Hearst (el Charles Foster Kane de Ciudadano Kane). Al igual que el magnate estadounidense, Losantos es un culo de mal asiento y se arrima al sol que más calienta. En su juventud fue militante de la izquierda más reaccionaria y actuó de forma clandestina durante la dictadura franquista. Progresivamente consiguió hacerse un nombre en el mundo del periodismo político en la COPE de la mano del fallecido Antonio Herrero, situado en las antípodas de la ideología que Losantos defendió en sus años mozos y que tanto detesta en la actualidad. No sin esfuerzo ha conseguido hacer frente al inexpugnable dominio de la SER en las mañanas radiofónicas. Para ello, ha seguido la estrategia incansable del enfrentamiento en duelo con el más poderoso, tal como confesó en una interesantísima entrevista con el excéntrico Jesús Quintero. Ahora nada entre críticas feroces de la competencia, querellas judiciales e improperios por doquier que no hacen más que contribuir a agrandar su figura. Ya se sabe, que hablen de uno aunque sea para mal.
Iñaki Gabilondo representa el lado más postizo y amable del periodismo, que tan bien supo defender delante de un Quintero al que no se le escapa ninguna (geniales sus preguntas con doble sentido y apoteósica su despedida de la entrevista). La figura de Gabilondo ha sido forjada igualmente en las ondas radiofónicas, donde a lo largo de 20 años se construyó un dominio de audiencia prácticamente indiscutible en su franja horaria con el mítico programa Hoy por hoy, al que convirtió en el espacio radiofónico más escuchado en nuestro país. Su lenguaje refinado y preciosista ha escondido en no pocas ocasiones un partidismo desmesurado, siempre supeditado al dictado de ese poderoso caballero llamado Jesús de Polanco. Y es que Gabilondo, al igual que Losantos, se sienta debajo del árbol que más sombra da. En el año 1996, cuando la situación política era insostenible y los escándalos de corrupción y del GAL azotaban sin remedio al gobierno socialista, se desmarcó con una sorprendente, recordada y salvaje entrevista al entonces presidente Felipe González, en una brillante operación de "independencia periodística" que siempre ha sabido utilizar PRISA. Cuatro años después aprovechaba su programa matinal para flagelar con violencia al Gobierno durante la época del aznarismo. Su posición actual de exilio televisivo en los informativos de Cuatro le ha llevado a adoptar un estilo parecido al de Losantos, siempre más refinado pero igualmente viperino y cada día más servilista, en una fórmula de opinión inaugurada en España por José María Carrascal y exportada de Estados Unidos. Será por aquello de intentar recuperar la gloria perdida.
En cualquier caso, ambos personajes llevan consigo una legión incondicional de fans y detractores a partes iguales. Saben hablar y saben llegar a la gente. De otra manera no se explica que hayan podido arrastrar a tanta masa de oyentes que escuchen sus pamplinas. Porque ser un gran comunicador no significa ser un buen periodista, ni mucho menos ser honrado en tu profesión. Ahí están otros ejemplos, como Carles Francino o Carlos Alsina, con mucha más ética periodística pero mucho menos éxito. Lo más preocupante de todo es que tanto Gabilondo como Losantos son dos personas con un bagaje cultural realmente extenso, y eso quiere decir que saben muy bien lo que se traen entre manos. Y como buenos supervivientes saben cultivar amistades incluso en los lugares más inesperados e inhóspitos, como han hecho otros grandes totems del periodismo nacional como Juan Luis Cebrián o Luis del Olmo. Una cosa es innegable: son dos excelentes comunicadores, dos verdaderos monstruos... o más bien dos cabezas de un mismo monstruo.
5 comentarios:
Dios qué susto a ver la foto de Losantos!!
PD: Dos cabezas bien separadas, sino no se entiende...
Desconozco absolutamente la cara que se esconde tras esta firma. No obstante, llego a este blog a través de la amistad que me une a algunos de los responsables de este proyecto.
Sin embargo no puedo dejar pasar la ocasión de darle mi más sincera enhorabuena al responsable de estas líneas. Calle Comunicación es el nombre de este blog y desde luego... tu post (me permito la licencia de tutearte) no hace otra cosa más que honor a dicho nombre.
Chapeau! por tus palabras y tu forma de expresarlas. Independientemente de que se pueda estar de acuerdo o no con lo que dices... no hay forma de escapar a lo evidente: haces gala de un alto poder, el de saber expresar y comunicar.
Fmdo: una periodista encantada de haberte leído
Vaya Nuria, muchísimas gracias por tu comentario. Desde luego me anima a seguir escribiendo.
Si eres la Nuria que yo creo basta decir que soy "el otro Carlos". Vamos, que creo que sí nos conocemos.
Efectivamente... servía que me dijeras que eres "el otro Carlos", porque efectivamente soy la Nuria que tú crees... jajaja. Lo que pasa es que no sabía cual era tu apellido, yo te conocía más por tu lugar de procedencia, jajaja ;)
Lo dicho, chapeau por tu escrito!No dejes jamás de escribir así, en serio!
Un besazo
La equidistancia es una virtud que muy pocos contemplan, y la objetividad no es viable en nuestros días, mucho menos en la prensa. Comparar a este señor de la COPE con Iñaki Gabilondo, es pretender comparar dos categorías muy diferentes. Uno, es periodista, el otro no. Uno es respetuoso,el otro no. Uno es incendiario, el otro no. Uno es demócrata el otro no. Uno insulta, el otro no. Uno es elegante, el otro no. Uno tiene complejos, el otro no. Por favor, cualquier análisis serio y riguroso debe hacerse entre categorías similares. Seamos intelectualmente serios.
Publicar un comentario